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miércoles, 8 de octubre de 2014

Diorama: "El dragón y la codicia"

Ambientación medieval, algo de fantasía épica. Un poco de moralina sobre la codicia. Figuras de plástico pintadas a mano y un cuento ilustrado con fotografías, componen este diorama.

Espero que os guste.



Erase una vez una bella ciudad medieval
donde todos sus habitantes vivían en paz y armonía.





Cierto día, un soldado que se había adentrado en el bosque a buscar leña,
encontró un nido con enormes huevos de oro.
Recordó una leyenda que le contaban sus padres de pequeño
"Si alguna vez encuentras en un recóndito rincón del bosque, un nido con enormes
huevos de oro, debes saber que sólo traerán la desgracia a nuestra ciudad. 
Porque despertarán la codicia de los hombres. Y esos huevos, debes saber hijo, 
no pertenecen a los hombres."





El soldado pensó que si esos huevos de oro traería la maldición 
a su bella ciudad donde todos vivía en paz y armonía,
lo mejor sería destruirlos y no decir a nadie que los había visto.





Apunto estaba de dejar caer su hacha sobre el nido, cuando súbitamente,
apareció un caballero. Era uno de los señores de aquella comarca. era un poderoso.
"Qué haces infeliz. Cómo osas destruir "mi propiedad".





El caballero lanzó su corcel sobre el pobre soldado, que temeroso
del poder del señor, no se atrevía a defenderse.
El caballero llamó a sus huestes para que detuvieran
al soldado y lo llevaran junto con los huevos de oro
al castillo de la ciudad.





Los hombres del caballero cumplieron prestos la orden de su señor.





A pesar del forcejeo la superioridad de la guardia del
caballero se impuso y el soldado quedó arrestado.





Cuando "El guardián de la codicia" vio el nido vacío,
montó en cólera y arremetió contra los caballeros que encontró 
a su paso.
"No sabéis que habéis hecho. Han abierto ustedes la caja del trueno. 
Devuelvan lo robado"
Les dijo a los dos caballeros que estaban allí.
"Esas palabras son sentencia firme de muerte. bellaco" Respondió
uno de los caballeros.





Comenzó un combate sin cuartel entre los dos señores de la comarca
y "El guardián de la codicia".





"El guardián de la codicia se bate a muerte"





El enemigo es superior y cuenta con la ventaja de 
sus monturas.





"El guardián" intenta proteger sus dos flancos
pero es misión imposible.





Se presiente la derrota final del guardián.





Los dos caballeros a una consiguen desarbolar el temple
del guardián.





"El guardián de la codicia" cae gravemente herido
sobre el nido vacío.





El caballero deja el cuerpo del guardián en el suelo, creyéndolo muerto.





Mientras tanto, un monstruo ha llegado a la ciudad.
Es un dragón y se ha encaramado en lo alto de la torre del castillo.





La ferocidad de la bestia alada es tal que destroza cuanto
está a su alcance.





El aspecto del dragón es aterrador.




  
La bestia campa a sus anchas por la ciudad.





Su potente cola es capaz de derribar hasta las murallas de la ciudad.





Está sembrando el caos en lo que antes fue una bella ciudad medieval
en la que todos vivían en paz y armonía.





El caballero, señor de la comarca sale al encuentro del dragón.





Se suma el otro poderoso caballero.





Pero nada es capaz de detener a este basilisco.





El poder de la bestia.
Escupe fuego y su gruñido resuena como el trueno.
Sus pasos hacen temblar la tierra.
Fuera de sí, al verse atacado el dragón eleva su vuelo y desaparece.





Se movilizan todas las tropas de la ciudad.





La ciudad es un ir y venir de infantes.





Todos quieren defender la ciudad.





Un grupo de guerreros corre a proteger la muralla.





Los infantes alzan sus lanzas contra la bestia.





Un caballero ordena a la tropa formación de ataque.





De pronto, aparece un mal herido "guardián de la codicia"
Se acerca al soldado que encontró los huevos de oro. Lo han soltado
para que se sume a la lucha.
El soldado le dice al guardián: "Creo que lo entiendo todo.
Los huevos de oro son sus futuras crías. Viene a buscarlos."
El guardián responde que está en lo cierto.





"Si no le devolvemos sus futuras crías arrasará la ciudad.
Mi cometido era que nadie robara los huevos de oro.
La codicia trae la maldición del dragón.
Los caballeros robaron los huevos, cegados por el oro.
Ahora todos vamos a pagarlo".





Un grupo de soldados asalta la casa de los caballeros
y rescata los huevos de oro.





No pararemos hasta depositarlos en el nido del que nunca tuvieron que salir.





¡Vamos, vamos! en nuestras manos está la salvación de la ciudad.





Todos los huevos son depositados sanos y salvo dónde estaban
cuando los caballeros los robaron.





Un soldado, compañero del que encontró el nido por primera vez,
reúne el valor suficiente para acercarse al dragón y pedirle que cuando los huevos eclosionen
que se vaya de la comarca.
"El guardián de la codicia y yo mismo velaremos noche y día para que nadie te ataque, 
ni a ti, ni a las crías. Pero luego debes irte, por tu bien."
El dragón, como si recuperar los huevos le hubiese dado algún rasgo humano, gira el cuello
como quien asiente de conformidad.





A la plaza mayor de la ciudad han llegado dos caballos sin jinetes.
Son las monturas de los caballeros.
Cuenta la leyenda que nunca más se supo de ellos.
Fin.




Espero que os haya gustado.

Un saludo a todos/as.








2 comentarios:

  1. Manuel, un relato que hace "justicia" a las imágenes. Me ha encantado, la historia, los personajes muy cuidadosamente elaborados ysobre todo, la captura de la imagen del dragón en "movimiento". Felicidades.
    Ana María

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    Respuestas
    1. Muchas gracias.

      He cuidado mucho la fotografía del relato, el "vestuario", la ambientación y, sobre todo, la ferocidad del dragón.

      Me alegro que te haya gustado.

      Un saludo.

      Eliminar